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7 de mayo de 2020

Auge Inmoral [12° Concurso Literario de Ana Frank]

La carta olvidada de Ana Frank | Cultura | EL PAÍS
     No realizaré presentación esta vez, sólo les quiero dejar esta historia que escribí, que es inventada y 100% producida por mí, además de que fue enviada para participar en el 12° Concurso Literario ''De Ana Frank a nuestros días'' y se llama ''Auge Inmoral'', espero que les guste, le puse mucho empeño y ganas y creo que me quedó bastante bien, ingenioso, interesante, doloroso y profundo... Me pueden dejar en los comentarios qué les pareció, si les agradó, qué sintieron, qué les generó, y cualquier otra cosa que hayan logrado captar de esta historia. ✌


Esta es la historia, la historia de la época más dura de mi vida, donde se vieron involucrados los pensamientos, los sentimientos, las emociones, los dolores, los perjuicios, los detrimentos; en su expresión más genuina… Mi sufrimiento, mi angustia, mi ansiedad, mi miedo, mis preocupaciones, mi inquietud, mi inseguridad, mi todo.
No importa, definitivamente, el tiempo no importa, no importan los años que transcurran, no hay lugar en mi corazón, en mi mente, en mi espíritu, para el olvido. Es una marca permanente que quedará en mi ser, algo que no se borrará de mi cabeza, nunca, lo tengo más que claro, mi alma lo sabe, pero la enseñanza también es permanente.

Supongo que todo comienza en noviembre de 1938, en mi antiguo hogar, una vivienda relativamente pequeña ubicada en la ciudad de Erfurt, República de Weimar. Vivía con mi amada, con quien contraje matrimonio, teníamos un comercio con el cual nos manteníamos a través de la venta de diversos bienes básicos, hasta que...  Bueno, desde hace unos años había comenzado a notar una serie de tendencias políticas por parte del Estado de ese tiempo, en contra de nosotros, los judíos. Yo sabía, tenía muy en claro que ciertos miembros del gobierno denotaban odio hacia nuestra cultura y formas de pensar y vivir, lo que no sabía es que se venía lo peor con la llegada de esa noche, la noche del 9 de noviembre de 1938, algo que me provocó el no poder dormir por mucho tiempo…
     Con el sueño ya conciliado, unos ruidos provocaron que me despertara de golpe, me levanté de inmediato y me dirigí hasta el ventanal que daba a la calle, observé un gran destello de luz que se expandía rápidamente en la gran sagrada Antigua Sinagoga, no podía creer lo que estaba ocurriendo delante de mis ojos, luego vi con más atención y alcancé a ver que se encontraban unos sujetos que llevaban un uniforme con una coloración muy semejante a la madera, sostenían armas de fuego de gran impresión. En este punto, mi mente me dijo que algo no andaba bien, había peligro, no pude reaccionar hasta que observé que uno de esos hombres entró al hogar de una familia judía de forma muy brusca, y comencé a oír gritos que sé que eran de miedo y de dolor. Inmediatamente fui con toda prisa a decirle a mi amada que había milicias entrando indebidamente en las casas de los alrededores, sin saber bien el porqué. Por lo que le obligué que se escapara por la ventana corrediza de nuestra habitación para que se mantenga a salvo, el cual daba lugar a un callejón que llevaba a la calle de la otra cuadra, en medio del proceso, escuché un gran golpe en la puerta y mi corazón se aceleró repentinamente; ya estaban aquí. Como acto de valentía, me dirigí hacia ellos con intenciones interrogativas, para darle más tiempo a mi amada de escapar. Al llegar a la sala principal, vi que todas las cosas estaban tiradas y noté a cinco masculinos, de gran tamaño e ímpetu; uno de ellos me brindó un golpe en el rostro y caí al suelo, me preguntó cuántos éramos los que vivíamos en esa casa; a lo que respondí que sólo yo. Comenzaron a dudar de que les había mentido, hasta que otro de ellos me miró fijamente a los ojos y me señaló con su dedo índice diciendo: ‘’Tenemos un puesto de trabajo para usted, no es necesario que prepare nada, se les brindará todo lo que deseen, cortesía del Estado’’, cuando me soltó esas palabras, me quedé unos segundos pensando y viendo el lado positivo de lo que me había dicho, quizás esta era una oportunidad que se me había brindado para tener un bienestar y una vida aún mejor que la que ya tenía, a lo que contesté que aceptaba el puesto.
     Me dijeron que me levantase y uno de ellos me dio como un uniforme, me dijo que me sacara la ropa que llevaba puesta y me pusiera eso.  Acepté de forma dudosa, eran líneas de color negro y blanco, como si de cebras se tratase, cuando me lo puse me acordé de mi esposa, y antes de irme miré por última vez la ventana que daba al callejón y no la vi, en parte estaba triste por no haberme podido despedir, pero sabría que ya le contarían lo que estaba sucediendo en realidad, el Estado estaba reclutando trabajadores, por lo que ella volvería a la casa apenas se enterase, lo que no sabía es cuánto tiempo estaría afuera, pero de alguna forma me trataría de comunicar. Al salir a la calle, vi que todos los hombres de las viviendas del alrededor también estaban vestidos como yo, me dije a mi mismo que al menos no estaba solo y tendría compañeros de trabajo.
Nos agruparon y nos dijeron que íbamos de camino a la estación de tren; Erfurt Hauptbahnhof para dirigirnos a los sitios en los que trabajaríamos, por lo que comenzamos con nuestra caminata, supervisados por los hombres de uniformes marrones que me causaban algo de inquietud al portar esas temibles armas de fuego. Llegando al lugar, observé una gran cantidad de vagones que serían nuestro transporte y nos comentaron que eligiéramos el vagón que más nos gustara, a lo que yo decidí irme al último, por otro lado, vi que venían otros grupos de diferentes partes de la ciudad, lo que no me terminaba de cerrar es que ¿por qué sólo nosotros, los judíos? Pero traté de no pensar negativamente y mirar hacia el futuro; una nueva forma de vida y de progreso para el desempeño propio. Miré que en cada vagón había uno de esos hombres con uniformes que hacían preguntas a los pasajeros, cuando me dirigí al vagón que había elegido y llegó mi turno, me preguntó mi nombre completo y mi edad, a lo que contesté que me llamaba Sameh Ehrlij y que tenía 27 años, después de decirle me dejó subir.
Lo que me parecía algo extraño de los vagones es que estaban completamente vacíos, es decir, no había butacas ni nada, directamente nos teníamos que sentar en el suelo del vagón, por lo que me posicioné en la esquina superior derecha. Cuando terminaron de subir todos, me di cuenta que no había espacio para todos, por lo que algunos tuvieron que amontonarse, yo me preguntaba; ¿qué tipo de transportes de trabajo son estos? Eran pésimos, pero dejé de quejarme, ya que el trabajo era lo que me importaba de verdad.
     El viaje se hizo eterno, ya no sabía en qué posición ponerme y el amontonamiento de gente me parecía asfixiante, intenté dormir, pero me fue imposible porque aparte del bullicio, el ruido del tren no te lo permitía. En medio de la travesía conocí a Jeziel, un joven de unos 23 años que estaba en busca de algún trabajo y que, sin dudar, había aceptado el trabajo que le habían ofrecido, además, me dio algunos datos de adónde nos dirigíamos, ya que yo no tenía conocimiento alguno. Me dijo que estábamos en camino a Buchenwald, un pequeño ‘’pueblecillo’’ que sería donde trabajaríamos, tenía cobertizos que usaríamos para dormir y alimentarnos, también me comentó que estaríamos allí una temporada de uno o dos años, y que después seríamos trasladados a otro sitio, dado como un ‘’ascenso’’ de puesto de trabajo por el desempeño. Le agradecí la información y le dije que podríamos ser compañeros durante toda la temporada, así al menos no nos encontraríamos solos.
Hasta que al fin llegamos, luego de unas 12 horas sin comer ni poder dormir, esperanzado de que ya podría descansar y alimentarme, aunque esto último no fue así… Pero sí, tal como dijo mi nuevo compañero, eran todos cobertizos cercanos, pero lo que observé muy detenidamente fue que todo el lugar estaba cercado, además de que había una gran cantidad de esos hombres armados en todas partes, como si estuviesen vigilando de que no nos escapásemos, pero ¿quién se escaparía de una oferta de trabajo? Al bajar de los vagones, nos dirigimos hacia la entrada, y allí registraron nuestros datos nuevamente y nos avisaron que podíamos descansar y que al día siguiente empezaríamos con los trabajos, cuando pude ver de cerca los lugares donde dormiríamos, estos tenían como una pintura desgastada en su exterior, todo sin color e infeliz, sentía como una presión en el pecho, una presión fuerte que trataba de decirme que no tendría que estar ahí, pero la ignoré.
Junto a Jeziel, elegimos uno de los cobertizos para poder por fin acostarnos, pero cuando ingresamos nos pareció algo totalmente terrible, sólo eran como cajones, uno encima del otro, cuando lo vi me comenzó a generar angustia y la presión se hizo más fuerte, seguí ignorándola y me acosté para intentar dormir. Miraba a mi nuevo amigo, y con tan sólo hacerlo, ya me daba cuenta de lo preocupado que estaba, al instante me dio escalofríos y cerré los ojos.
     Habré dormido sólo 2 horas en las que tuve un sueño, estaba en ese mismo lugar cercado, miré hacia mi alrededor y vi a Jeziel tumbado en el suelo, estaba inmóvil, corrí hacia él lo más deprisa que pude y al llegar, vi que sus ojos estaban blancos. Me desperté exaltado y me golpeé la cabeza con el cajón superior, aunque no sentí dolor, después escuché a una milicia gritando que nos despertáramos, que era hora de trabajo y que nos deseaba un excelente día. Además, nos dijo que hubo un problema en la cadena de distribución de alimentos, por lo que no podríamos comer durante todo el día, lo que hizo que se me revolviera el estómago.
Salí del cobertizo junto a los demás y vi que ya estaban los otros grupos afuera, en eso se acercó un hombre uniformado y nos dijo que nos dividiría en sectores según el trabajo que nos tocara, afortunadamente me tocó junto Jeziel, el cual estaba emocionado por empezar, sin que le importase el sueño que tuviera por no haber podido dormir. Antes de todo, nos obligaron a cortarnos el cabello por cuestiones higiénicas, a los que aceptamos amablemente, luego nos mandaron a una cantera que no había visto cuando habíamos llegado, y nos dijeron que nuestro trabajo durante toda la temporada era juntar las rocas de esa cantera y llevarlas hasta el sitio donde se apilarían y se juntarían todas, también nos dijeron que el propósito de estas rocas era la creación y construcción de infraestructura orquestada por parte del Estado para mejorar la calidad de vida de las personas y satisfacer la necesidad de desalojamiento que había en todo el país.
Por lo que comenzamos activamente, nos pasamos 10 horas haciendo lo mismo una y otra vez, juntando las rocas, subiendo y llevándolas hasta el sitio de apilamiento, fue algo no tan agotador debido a que fue el comienzo. Desde que pasó el primer día, me di cuenta que nos encargaron ese trabajo por cuestiones de físico, ya que mi amigo y yo estábamos bastante bien con respecto a ese tema, por lo que tendríamos más resistencia y fuerza para desarrollar esa actividad.
Al siguiente día, nos dijeron el mismo verso con la cuestión de la comida, por lo que Jeziel comenzó a sospechar del tipo de puesto de trabajo que nos habían cedido, y tenía miedo a que llegue a algo peor, lo cual sucedió y se trataba del maltrato y del castigo a las personas que trabajábamos allí por el cansancio que tenían algunos y necesitaban un descanso, lo que en consecuencia era brindado pero con una paliza. No podía creerlo, ¿en qué lugar estábamos? Era terrible para mí y yo no quería pasar por eso, hasta vi cómo lo llevaban a cabo, las personas se apoyaban en una mesa de madera y los hombres armados les pegaban con diversos objetos y lazos como forma de castigo, dejándole marcas y heridas, luego de ese ‘’descanso’’ eran llevados a trabajar nuevamente hasta que se terminara el horario de hacerlo.
Luego de 1 mes, determiné que quería salir de allí, quería escaparme, no aguantaba más el estado en que estábamos, todas las noches me preguntaba antes de intentar poder dormir que ¿por qué nos merecemos esto, qué hicimos para merecerlo? El hambre abundaba enormemente en todos los sitios, exigían comida, pero los militares contestaban con un NO de forma brusca, lo que es igual a causar daño… Jeziel y yo no queríamos estar más allí, cada noche pensábamos y buscábamos alguna forma para poder salir de esa cárcel, que fue como lo comenzamos a llamar, porque era así.
Cada día que pasaba, perdíamos más energía y fuerzas, yo pensaba que en algún momento no iba a poder seguir, que iba a caer rendido al suelo y que me pegarían para que siga trabajando para ellos… Me sentía un esclavo, no, no me sentía, lo era y me dolió tener que pasar por eso, sólo pensaba en una nueva oportunidad de vida, un nuevo comienzo, pero todo fue a la inversa, quizás ¿este es el destino de mi persona? No lo creía, pero en ese momento me sentía de esa forma, cada día y noche que pasaba, rogaba al destino que cambiara las cosas, que por fin se terminase todo.
    Lamentablemente tuve que ver en vivo y en directo cómo mataron a un compañero en el sitio donde estaba trabajando, fue terrible… Hicieron que se ponga de rodillas y dos militares le dispararon con unas armas inmensas de fuego en la cabeza, provocándole muerte instantánea, después de eso, no pude conciliar el sueño por 3 semanas debido al miedo que tenía de que me pasara algo similar o que me torturasen.
Durante mi tiempo allí, sufrí varias veces la tortura y la humillación de parte de esos uniformados… Una de ellas fue por intentar escaparme de ese lugar, no aguantaba más ese encierro que sería permanente e interminable, hasta que llegase mi muerte, intenté cavar un agujero al lado de una cerca que daba hacia un bosque inmenso y como era de esperarse, me vieron, lo que me hicieron fue doloroso y me llevó meses para recuperarme completamente, ya que me golpearon la cabeza varias veces y me lastimaron demasiado las piernas, lo que me dificultó el poder seguir trabajando, pero hacía todo lo que podía, con tal de resistir y en algún momento salir de ahí.
Pasó mucho tiempo de hambruna y de sufrimiento, hasta que llegó el momento de mi amigo, él estaba agotado, se levantó un día y no podía sostenerse de lo débil que se encontraba, lo ayudé para que no llegara su destino final y también hice lo mismo cuando nos llegó el momento de trabajar pero él simplemente se rindió, no pudo más y en consecuencia cayó como peso muerto en el suelo, intentaba hacer que levante, que reaccione, que dé un poco más de sí mismo, para que nos sigamos apoyándonos y motivándonos, pero no, él no pudo más, ese fue su fin. Tuve que verlo en su último momento, se me llenaron los ojos de lágrimas, y no pude resistir el llanto, veía a mi alrededor cómo las milicias se reían a carcajadas de lo que estaba pasando, lo abracé como último aliento y esperanza, intentando darle las energías que aún podía preservar en mi ser interior a través del afecto. Eso no sirvió, para nada, finalmente el sueño que había tenido el primer día se había cumplido, en un momento, sus ojos se pusieron blancos y ahí es cuando me di cuenta que se había ido, ya no podría volver, nunca más, pero sé que ahora se encontraría en paz y descansaría, al fin y al cabo. Después de eso, los uniformados se llevaron el cuerpo y sé que iba al crematorio, porque todas las noches había un olor intolerable y apestoso, yo no quería pasar por lo mismo, yo tenía las esperanzas suficientes de que esto se acabaría.
Pasaron años intensos, donde nunca hubo felicidad, alegría, agradecimiento, nada relacionado con algo ‘’bueno’’, a medida que pasaban las horas y horas, sentía cómo la necesidad de desahogarme en el exterior, me carcomía por dentro, sí, este era un dolor interno, insanable. El concepto de la libertad, de ser libres, se fue de mi cabeza completamente, me sentía como algo automatizado y el combustible se me iba acabando, no había nada que me consolara.
Me ponía a pensar en mi esposa y empecé a creer de nuevo, que ella estaría bien, que me esperaría en mi regreso y que podríamos volver a estar juntos, que toda esta bazofia se terminaría finalmente y podría volver, volver a sentir cariño, compañía, podría volver a sentir el sol y su calor, despertarme con suma tranquilidad, en resumen, volver a ser yo y no ser un objeto de manipulación nunca más y lo que es razonable; que nadie lo sea.
Hasta que llegó ese rayo de luz, esa posibilidad de cambiar el destino que fue dada cuando todos, sí, absolutamente todos los prisioneros que aún quedábamos, nos levantamos y sentimos la misma chispa de salida, fue un acto conjunto de valentía, obra, desarrollo, convicción, de necesidad y de lo que es más importante, de libertad. Todos agrupados en forma de resistencia con la única opción que era creer, creer que todo es posible, era posible salir de ese encierro, de esa privación de la libertad, por lo que con completo orgullo, asaltamos las atalayas y tratamos de hacernos control del campo, lo cual conseguimos medianamente, para intentar aguantar, hasta que llegó la tarde ese mismo día, el 11 de abril de 1945, donde una gran cantidad de hombres vinieron a salvarnos, a sacarnos de este sufrimiento que era infinito y poder curarnos del dolor interno.
Así fue como la fe de uno mismo que se había ido desvaneciendo continuamente, fue impulsada por la acción total de los demás, lo que provocó la unificación total, el sentimiento propio de cada uno, de pensar que todo estaba perdido fue convertido totalmente a lo que se llama esperanza, esa luz de confianza de poder lograr algo que se desea con todo el corazón y que no importa qué ocurra, siempre se intentará. Simplemente, después de todo esto, volví a nacer, comencé a ver el mundo de otra forma, con otra visión, y también comencé a valorar las cosas de verdad en su totalidad, y de estar agradecido por haber salido de allí, y para aquellos que no pudieron o se les impidió el poder hacerlo, que sepan que ese acto también fue gracias a ellos, la esperanza que brindaron fue parte de eso.

¿Y qué más? Así concluye todo, una etapa triste, dura, difícil, de casi imposible escapatoria de mi vida que me fortaleció y me enseñó profundamente lo que es vivir y, por otro lado, de extrañar lo que se extravió. Definitivamente no es lo mismo volver a tu ciudad, a tu hogar, y ver a tu alrededor que todo está destruido y quebrado, incluyendo muchos corazones, producto del mal, del odio, del rechazo. No es fácil comenzar de nuevo, no lo es, no es sencillo dormir; es imposible no tener pesadillas, volver a comer después de mucho tiempo fue como probar la comida por primera vez. Quizás comprendamos, quizás todos lo hagamos; que esto no debe ser caracterizado únicamente como un hecho meramente terrible, sino también como una forma o como un método de enseñanza para cada uno de nosotros, y sobre todo, el comenzar a valorar ser libre.

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